
El abrazo dura más de un minuto. Un íntimo instante en que las palabras sobran. "Vos sos mi hijo", susurra la señora con una voz velada por las lágrimas y besa la frente de la muchacha. Ella apoya la cabeza en su pecho y cierra los ojos. ¿Cómo agradecer a alguien que te devuelve la vida?
Ambas mujeres que hasta hace un mes no compartían nada en común, se conocieron el miércoles en un encuentro cargado de emoción y agradecimiento. Susana Rojas (23) recibió el pasado 31 de agosto un riñón donado por los familiares de un joven de 21 años que murió en un accidente de moto. Era el riñón de Óscar, uno de los cuatro hijos de Lidilia.
Paraguay tiene la tasa de donación de órganos más baja de Latinoamérica, lo cual está directamente relacionado a que tiene la tasa de trasplantes más baja del continente, por falta de presupuesto. Apenas el 0,01% del dinero del Ministerio de Salud Pública está asignado al Instituto Nacional de Ablación de Trasplante (INAT). Este año se realizaron cinco trasplantes gracias a un rubro de la Diben y el apoyo del Sanatorio Adventista. Pero más de 400 pacientes en diálisis siguen hacinados en los hospitales. Para dar respuesta a esta problemática se deberían realizar por lo menos unos 80 trasplantes al año, explica el doctor Wilson Martínez, director del INAT. El problema es que cuando se consiguen los fondos, faltan donantes.
A diferencia de otros países, donde la mayoría de los trasplantes se realizan con órganos de personas con muerte cerebral, en Paraguay los principales donantes son familiares de los propios pacientes: hermanos, padres o esposas que aceptan entregar uno de sus riñones para salvar al pariente con insuficiencia renal crónica. Esta no es la mejor opción, porque apeligra innecesariamente a personas sanas. Además no da respuesta a los centenares que esperan trasplantes de corazón o córneas, órganos que sólo se pueden conseguir por medio de la solidaridad de los familiares de una persona con muerte cerebral. Es la decisión que aceptó tomar Lidilia.
No fue fácil, lo admite. Ese domingo su hijo estaba con ella. Había venido a visitarla a su casa en Belén, en el departamento de Concepción. Por la noche, el accidente. Dos días después, cuando llevaba ella 48 horas sin dormir pegada a la puerta de terapia intensiva, sólo lo había visto un instante conectado a cables y una doctora le explica que ya no tiene posibilidad de seguir viviendo. Que la sangre ya no irrigaba su cerebro. Había muerto. Pero su corazón seguía latiendo gracias a las máquinas y tenía la posibilidad de salvar otras vidas.
Lidilia se tapaba los ojos con las manos. No aceptaba a creer lo que le estaban planteando. Era una cosa tras otra. Sentía que no estaba preparada para esa decisión. Pero un resplandor dentro de ella le motivó a decir que sí. "Fue como un flash", cuenta. Aceptó donar las córneas y ambos riñones de su Óscar. Horas después, tres personas recibían esta nueva oportunidad de vida.
"Dios me iluminó para darle vida a otra gente, un poquito de Óscar sigue en ellos", expresa con serenidad. Además, en cierto modo, la decisión le ayudó a sobrellevar el duelo. "Esta herida no se va a curar nunca, siempre va a estar, pero lo más lindo es que yo sé que mi hijo está feliz en el cielo". El abrazo con Susana le confirma que su decisión fue correcta.
Todos donantes
A partir del 1 de enero del 2000, la Ley de Trasplantes determina que toda persona mayor de 18 años es donante, a menos que haya manifestado previamente su oposición en el Instituto Nacional de Ablación y Trasplante (INAT) o sus familiares cercanos se opongan.
Lastimosamente esta situación se sigue dando. Los responsables son conscientes de que faltan más campañas de sensibilización sobre el tema.
El diagnóstico de muerte cerebral lo certifican por ley un neurólogo o neurocirujano, mediante la realización de complejas pruebas que no dejan posibilidad de duda. Una persona que entra en coma profundo puede recuperarse, pero alguien con muerte cerebral no. Está muerto.
Está prohibido vender órganos y la ley prevé una sanción
Las personas pueden inscribirse expresamente en el registro de donante y acceder a un carnet en el INAT (Eusebio Ayala casi Médicos del Chaco, predio del Hogar Santa Teresita). Para más información se puede llamar al 553-655.
Un joven a quien
todos querían
Óscar Daniel (21) era el segundo de los cuatro hijos de Lidilia. "Cien por ciento carismático", lo recuerda su tía María Teresa. Trabajó un año en la sede del Banco Nacional de Fomento de Asunción, donde sus compañeros guardan los mejores recuerdos. "Todo el mundo le quería", cuenta su prima Gloria.
Este año se mudó a vivir con su papá en Pedro Juan Caballero, en búsqueda de mejores posibilidades laborales. Pero no dejaba de visitar periódicamente a su mamá, en su casa de Belén, a 470 kilómetros de Asunción. "Él era mi vida", cuenta Lidilia. Fue en esa ciudad donde ocurrió el trágico accidente. Desde el Hospital de Concepción lo trajeron en coma a Emergencias Médicas, donde los médicos no consiguieron salvarlo. Pero parte de él permitió salvar a otros.
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